PIENSA EN VERDE

lunes, 29 de agosto de 2011

Parámetros temporales



Deberíamos revelarnos. Dejando de contar el tiempo con los parámetros establecidos. El tiempo no son segundos, minutos, horas, días, semanas ni meses ni años ni décadas ni demás. 
Podríamos contar el tiempo por veces que decimos a nuestros más allegados «te quiero»; por sonrisas injustificadas; por gritos de maldición hacia el sistema; por ronquidos de dormires a gusto; por bazas ganadas en tardes de amistad; por distancias de raíles que recorren los trenes que nos llevan y luego se van, indiferentes a nosotros; por aleteos de cuervos; por besos que quiero darte y no me darás. 
Podríamos contar el tiempo por nubes oscuras que vemos; por abrazos que necesitamos y nos vienen por sorpresa; por zambullidos en mar abierto; por obras de teatro a las que asistimos; por canciones que tarareamos en la ducha; por sesiones de manta, palomitas y película; por orgasmos y sus consecuentes leves pérdidas de conocimiento. 
Podríamos contar el tiempo por viajes, por viajes físicos o por viajes mentales; por libros que compramos y nunca llegamos a leer; por citas célebres que nunca memorizaremos; por sentimientos de soledad. 
Podríamos contar el tiempo sin mentirnos: el tiempo no corre siempre al mismo ritmo. El tiempo no tiene siempre ritmo, a veces se detiene y a veces se va. 
Pero si contásemos el tiempo bajo estos nuevos parámetros, seríamos más conscientes del precio que tiene el tiempo que perdemos, el tiempo que se nos va contando segundos y primaveras. 
Cuenta el tiempo según te venga. Juega con el tiempo. Juega, aún sabiendo que siempre será él quien te ganará.