La teína pasa factura de nuevo y me castiga cuando el mundo se calla. Apestan mis manos a tabaco y vetustas ediciones; mi vida a zozobras banales; mis ambiciones a mutilación o aplazamientos sin cese; mi corazón a desamores varios; y mis ojos a rímel reseco.
Y se contagia de esta hediondez la frágil noche, que pronto morirá, cuando vuelva el olor a café listo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario