Intento silbar como el aire
y bailar como las hojas, en otoño, al caer.
Intento pintar paisajes vírgenes
como las mentes de los niños sin nacer.
Intento, por las noches, dormir como los muertos
y, por los días, vibrar como las cuerdas de un violín.
E intento, cuando puedo,
recuperar el verdadero color del cielo
maleado y oscurecido por el hollín.
Intento vencer a la tristeza
como ella a veces subyuga a mi felicidad
y adaptarme a los espacios
como lo consigue el agua del mar.
Intento contar cuentos aún sin contar,
pero sólo consigo inventar versos que se inventaron ya.
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