Fue el aire, el aire...
que insuflando mi
Cabeza extraviada y
mi Corazón desorientado,
un día me tejió,
con telas de araña,
nuevas y cristalinas alas.
Un hueste de estrellas
me alojó esa noche.
Pléyades mucamas.
Sirio anfitrión.
Y por una caterva
de osferas me arrastré.
Y el Kaos se me hizo
Orden aparente.
Y se me olvidó la Tierra.
Fue el aire, el aire...
que atemperando mi
Conciencia y Voluntad
me arrojó,
sin previo aviso, a un
nuevo y doliente duelo,
inalienable e individual;
Refinado desafío fue
el combate entre Mí y Yo.
Que aún sin tenerse afinidad,
afianzaron el Pacto.
Y esta Cabeza lunática,
este Corazón desgastado,
ahora se balancean entre
el ardid de lo terreno
y lo arduo de lo olímpico.
Fue el aire, el aire...
quien me dio matices
para pintar la Nada;
Fue el aire, el aire...
quien me arrulló con
sus silbantes secretos.
Pero fue el aire, el aire...
quien me ayudó a creerme
su Mundo,
para luego legarme al caer.
Fue el aire, el aire...
quien me dejó resbalar
del enjambre divino,
cediéndome a la Suerte
de aquél
que sigue con pies y manos
pero que ya sabe
que aire Es.
1 comentario:
Gracias pro seguir escribiendo...
te kiero
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