PIENSA EN VERDE

martes, 31 de enero de 2012

MiEdO





Ojos-pozos
por los que me dejaría caer...
Cuello-tigre,
testamento de tipologías instintivas. 
Lengua venenosa,
vagabunda,
maleante...
áspera de tanto grito.
Cuádruple-corazón,
cima estructural emergente de sueños truncados. 
Ojos-pozos,
transmisores de versos sordos...
       ...y mudos.


Sshhh...


MiEdo en la boca...
   y en los pies,
    que deseo sean de plomo...
Pero son de viento...
             
Sshhh...


Ojos-pozos,
horizontes nocturnos que me desvelan.
Ojos-rayos...
     pero no truenos,
     ni lluvia, bajo la que querría bes-Arte
     tu cuádruple corazón...
Arco-iris
que desmitifican el color en estado puro. 
Labios de vino
por los que me dejaría absorber...
Lengua venenosa, vacilante. 
¿Mentirosa?



Ojos-pozos,
transmisores de versos sordos
       ...y mudos.
Sshhh...sshhh...sshhh...             


    

domingo, 29 de enero de 2012

9.203,15




Nueve mil doscientos tres punto quince quilómetros, nos separan.
Nueve mil doscientos tres punto quince quilómetros, nos acercan.



jueves, 26 de enero de 2012

Auto-Biografía completa



Nací en un contexto favorable.
Crecí con lo que comúnmente es conocido como una buena educación.
            Aunque el concepto cojea.
Mi infancia no fue más que lo que mis padres quisieron que fuera.
No fue más de lo que mi imaginación me permitió.

La juventud, como para la mayoría, fue algo más intensa. Tal vez porque guardo muchos más recuerdos de ella.
La atracción por lo metafísico empezó entonces.
El orden me atraía.
El caos me distraía.
Pero, como dijo Baudelaire, La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza. Mi vida era bella, pues.
Siempre quise escribir.
El conocimiento del pasado me Apasionaba.
Sobre todo en cuanto a los bienes materiales heredados de nuestros antiguos. Las piedras de las pirámides, las ermitas, de los puentes, de las cuevas, los pozos…su tacto, su energía, sus secretos. Ahí comprendí el concepto sensualidad.   
Lo que no conocía me Turbaba, siguiendo el Sapere Aude de Horacio o del concepto kantiano de la Ilustración.
Y así fui creciendo, apasionándome y perturbándome.
Y así fui creciendo, queriendo ser piedra.
Piedras, que a cada golpe se quiebran, pero siguen siendo fuertes.
            Piedras, frías, impenetrables; materia inerte, pero Viva.
Estudié jardinería. La Naturaleza te hace sentir vivo.
Estudié periodismo. El control de la información presente y la divulgación de la misma te hace sentir vivo también.
Trabajé en lugares bien distintos, permitiéndome desarrollar varias facetas, virtudes y defectos.
Retomé los estudios. Las Humanidades también me hicieron sentir viva, esta vez más que nunca.

La primera madurez actuó en mí como en quien siempre había admirado.
Fui luchadora, (por fin) sin violencia, por conseguir lo que quería.
Estudié mucho.
Vi ángeles, los conocí.
Muchos humanos que más que humanos eran corazones andantes.
Pero los demonios seguían ahí.
Quise escapar de ellos.
Y viajé, sin parar.
Trabajé allí donde fui. Ganaba suficiente dinero para vivir bien y para viajar de nuevo.

La segunda madurez fue un vuelco.
A pesar de que nunca creí que hubiese un lugar para cada persona, encontré un terreno, aislado.
            En un país sin nombre, donde las sombras son amigas.
En un estado sin nombre, donde las flores son tus cómplices.
En un espacio sin nombre, donde las hojas secas (que no muertas) te marcan el compás al que obedecer mientras paseas.
Allí materialicé mis sueños.
El silencio de las montañas me rescató del olvido de mi misma en pro de una dedicación total al conocimiento.
Quise conocerlo todo.
Fabriqué mis propias necesidades. Conviví con mi huerto, (“mis”) animales y MI bosque.
Viví, como Zarathustra, en un mundo ajeno, sin leyes ni censuras, sin más pretensión que alejarme de lo artificial, de lo impuesto.
Pero, a diferencia de él, nunca regresé a la civilización.
La meditación me condujo al moksha hindú o nirvana budista.
Y decidí pasear hasta la gruta más cercana.
Y probé volar.
Físicamente no lo conseguí. Espiritualmente sí.


Naoto Hattori





miércoles, 25 de enero de 2012

Des-vivir-se



Pasar la vida liberándote de tus propias cadenas.
Luego, la Muerte.
Luego, vuelve a vivir.
Pasar la vida hiriéndote con tus propios pensamientos.
Luego, muérete.
Luego, de nuevo la Vida.
Pasar tu infancia deseando ser mayor;
y tu adultez deseando volver a niño.
Luego, vuelve a morir.
Luego, re-vive.
Pasar la vida destruyendo tus propios cimientos.
Muere-vive.
Hasta que te percatas.
Eres un muerto en vida.
Y comienzas a vivir, a vivir de verdad:
des-viviéndote



sábado, 7 de enero de 2012

Vivir de la Luz (propia)



      Cambiarán los colores del cielo a medida que el Sol se desplace por este techo indescifrable. Tal vez lleguen a despertar los grillos y nos dediquen una sonata con sus patitas de violín desafinado. Puede que tomemos algo dulce de postre, o puede que sólo nos comamos los labios; aunque son sinónimos actos. 
    Con las horas, correrán los pájaros a avisarnos que la Luz vuelve. Cada mañana igual, sin modificación. Pero puede que decidamos quedarnos en la cama por esta vez, evadiendo la premisa (in)evitable de que el Sol nos espera allí fuera. Se acurrucarán en la oscuridad forzada y artificial nuestros cuerpos. Irán debilitándose sin carga lumínica pero reviviendo, a ratos, por las descargas eléctricas de las caricias. Espasmos sensuales. Y sobre-viviremos sólo con Nuestra propia Luz.
      ¿Pero [un] mañana qué? Te marcharás. Diciendo así no puedo. Y emprenderás un duelo de espadas contra tu organismo. No necesitarás beber más mi saliva, ni mis flujos. Limitarás tus días a absorber Luz solar, rechazando la que de mis ojos emana, con la coartada de que ésta no te alimenta por completo. Y serás al fin el rumiante de Luz al que siempre aspiraste. La saborearás a sabiendas de que nunca te será indigesta; de que recargará tus Energías. Podrás alzar el vuelo. Alcanzarás el Sol, que, por fin, te pertenecerá. Y vivirás libre de tus necesidades básicas, ahuyentadas por tu nueva manceba. Harás eso, de la Luz ajena la propia, sólo para ti. Y yo enloqueceré de celos. Maldita Luz a la que tanto reclamas. Maldita.




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